Mónica Boixeda claramente es una apasionada del movimiento y de crear. Primero se introdujo en el mundo del baile, y luego, con las meditaciones de Deepak Chopra, se introdujo en el yoga. Pero, sabía que éste necesitaba un toque de humor y creo Nomásté Oficial, marca que te recomiendo mucho que vayas a echar un ojo, porque te va a gustar mucho.
¡Y Mucho Más!
🧘♀️ Meditaciones de Deepak Chopra
📘 El Peligro de estar cuerda de Rosa Montero
📲 Las cuentas de Putos Espirituales y @layogaflores
Seamos sinceros, a veces se le da mucha seriedad al yoga. Sí, sé que es una disciplina de hace miles de años, pero nada es tan serio, ni siquiera esto. Y siento, que hay cosas que nos pasan a todas, pero que nos da vergüenza comentar. Pero como no hay nada más serio que reírse de una misma, me ha acompañado Mónica de Nomásté para hablar de ello.
Así que, te recomiendo que primero escuches el podcast, yo por aquí te voy a contar una de mis anécdotas, para que nos riamos juntas.
Mi mayor miedo, sin lugar a dudas, es tener una lesión, o romperme algo. Sin ir más lejos, bakasana me da un miedo terrible por si me rompo la nariz (Y aquí alguien dirá: «pon un cojín debajo» blablabla… Me sigue dando miedo).
Y otra que me da muchisisisimo miedo es pincha. De hecho, esa ni lo intento, porque en el podcast con Laura de @libertadyogafreedom, me contó que es bastante más habitual dislocarte o dañarte un hombro en esta postura, antes que en handstand o sirsasana. Así que, de momento, esta asana hasta luego.
Puestos a contar cosas que me dan vergüenza, deja que te cuente la vez que me «lesioné» en una clase online de yoga en plena pandemia.
Y dirás, ¿lesión y gracioso? Eso no es compatible.
Ese día lloré mucho, pero ahora me río de ello.
El caso, estaba aprendiendo a hacer ese vinyasa típico de ashtanga que cruzas las piernas y das un saltito hasta plancha…
Bueno, pues resulta que no salté suficiente, y mi dedo se tropezó con la esterilla. Eso fue doloroso pero…
Cuando fui a mirar, el dolor realmente procedía de que me había «arrancado» la uña del dedo gordo del pie. De hecho, solo estaba pegada al pie por un pequeño hilo.
Yo, como si fuese una señora que no quería poner el grito en el cielo, procedí a ir con lágrimas de cocodrilo a la habitación donde se encontraba mi pareja y contarle lo ocurrido.
Imagínate el espectáculo cuando se lo enseñe, la uña fuera del pie, sangre por todos lados y no saber qué hacer. No me acuerdo muy bien si me dolía, imagino que sí, pero daba mucho asco y eso me dolía más.
Mi pareja todo lo solucionaba diciendo: «eso echas alcohol y se te cura«.
Obviamente no me gustaba la idea.
Así que llame a mi señora abuela, que tenía soluciones para todo. Y, la verdad, solo el hecho de hablar con ella ya me relaja.
Mientras yo le relataba toda la historia a mi abuela, mi pareja me estaba echando agüita poco a poco y curando, pero de repente…
¡¡¡AAAAAAAAAAAAY ME CAGÜEN TU MADRE!!!
El muy cab**n me echo alcohol en toda la uña.
Pensareis que después de eso nos divorciamos, pero no. Ahora se ha convertido en el padre de mis hijos, aunque le he puesto el bote de alcohol bajo llave.
Aún con el alcohol, tenía una uña colgando y no sabía que hacer, así que llamamos a urgencias, ya que era pandemia, y nos recomendó volver a poner la uña en su sitio.
Ahí si que me vine arriba y me metí yo sola la uñita. No fuera a ser que me echase otro chorrito de alcohol.
¿Desenlace?
Sí, sigo teniendo todas mis uñas de los pies. Pero ese verano deje de practicar porque me dolía en lo más básico, adho mukha. Perdí el dinero del curso online que me apunte porque «eso no era una lesión«, y sí, obviamente aunque llevo las uñas cortadas al límite, me dan miedito los saltos.
Y colorín colorado, esta anécdota se ha acabado.
Ahora me puedes contar tú una de esas anécdotas graciosas aquí 😉
x x x
Y hasta aquí este episodio del podcast de yoga son sentido del humor.
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