¡Antes de nada! Si no te apetece leer, también tienes este episodio en formato audio aquí.
¿Sabes esa típica adolescente que pasa de aquello que su madre le dice? Pues así era yo con la meditación.
Por más que oía que la meditación era necesaria y tenía un montón de beneficios, yo pasaba del tema.
«A mi plin, dame una postura de yoga retadora, que es más divertido«
Pero luego está la vida, que como buena madre, al final siempre tiene razón, y vas con la cabeza gacha pidiendo que te cuente un poquito más.
Así que sí, finalmente, entré por el aro de la meditación y, ¿Qué pasó?
¡Joder, que era más difícil que hacer sirsasana!
Y yo que pensaba que meditar era sencillo, sentarte y dejar la mente en blanco. ¡JA!
Cuántos mitos hemos escuchado sobre el tema…
En estos años que llevo practicando yoga, he querido incorporar la meditación en mi día a día varias veces. Sí, yo también he sentido ese dulce sabor que deja. Sin embargo, ha sido complicado, porque convertir la meditación en un hábito es todo un reto.
Tras muchos fracasos, incluso habiendo invertido dinero para conseguirlo, este año por fin me he puesto la meta de incorporar la meditación en mi día a día.
Y, ¿Eso por qué?
Bueno, podría decirte que porque he tenido una iluminación o algo así, pero no. La razón más sincera es porque me han «prohibido» el yoga físico. Sí, durante unos meses no podré tocar la esterilla, ¡¡Y eso me quema por dentro!!
Así que si tengo que renunciar a la asana, ¿Qué mejor momento para abrazar otras ramas del yoga?
La segunda razón es una bi maternidad: Que si el desayuno, las comidas sanas, los viajes, lleva a los niños al médico, ocúpate de su educación, del colegio, de que se diviertan, que tengan una infancia feliz, J no te comas los mocos, O no te comas el dedo gordo, chicos parad, teta por aquí, teta por allá… Patatín y patatán, y a una no le queda tiempo, y al final te acabas olvidando de ti misma.
¿Tú sabes lo gratificante que es tener un ratito para ti por la noche? Silencio, sentarte, y respirar. Hablar contigo, con tus emociones y sentirte tú de nuevo, sin ninguna etiqueta más.
Sí, eso necesito.
Así que después de todo esto, me senté un día y me puse a pensar en cuáles eran los problemas que me impedían tener el hábito de la meditación en mi vida. Y llegue a varias conclusiones:
Bien, con todo esto puesto sobre el papel, solo me quedaba pensar, ¿Qué iba a hacer al respecto?
Así nació: Objetivo Meditación.
Mira, yo no suelo ser muy organizada, de hecho, mi madre siempre me define como todo lo contrario, pero si quería ponerme en serio a meditar iba a tener que ponerme seria.
Así que, saque mi Google Sheets y como quien no quería la cosa, me puse a escribir. Primero el título, luego de qué iba a ir el tema, y ¿Después? Ahí salió la idea principal del reto: Póntelo fácil.
Y eso hice.
Decidí que el reto fuera durante 4 semanas, aunque luego lo podría ampliar, pero de momento tampoco me quería agobiar con el tiempo.
Después, elegí 4 temas diferentes para meditar y ahondar durante esas semanas, ya que sabía que había muchas temáticas de las que podía aprender.
Y ahora el trabajo difícil, elegir las meditaciones. Me llevó mucho tiempo, pero encontré una meditación que más o menos me gustase para cada día. Además, cada una tenía un tiempo distinto, para ver cómo me desenvolvía en tiempos diferentes.
Genial. Y, ¿Ahora qué?
Bien, como todo reto, necesitaba ir tachando los días que iba a cumpliendo. Tachar y ver que poco a poco vas avanzando en el reto, te hace sentir realizada. Por último, quería ir anotando cómo iba sintiéndome tras cada meditación, y así también ver cómo cambiaba la cosa desde el día uno hasta el día que acabase.
Aunque la historia es no acabar nunca y convertirlo en hábito.
Muchos autores que tratan el tema de los hábitos, hablan de la importancia de las recompensas. Lo cierto es que no me gusta mucho el tema recompensa, porque la meditación debía ser la recompensa en sí, pero quería darme ese empujoncito para conseguir el objetivo. Eso sí, recompensas fáciles, porque siguiendo mi regla número uno: Póntelo fácil.
Y así nació Mi Plan Meditación.
¿Demasiado organizado? ¿Difícil? ¿Fácil? ¿Se pierda la esencia de la meditación? Bueno, eso está por verse.
Lo que sé es que me quedan cuatro semanas de recorrido que me tienen muy intrigada, ¿Lo conseguiré?
Confío en mi porque esta vez, ¡Me lo voy a poner fácil!