Si había una semana a la que tenía miedete, era a esta. Y es que, me tocaba jugar fuera de casa, con unas vacaciones de Semana Santa, y para más inri, con los niños malos. Y sin embargo, creo que ha sido la semana más bonita del reto, y cuando he empezado a entender los beneficios de la meditación.
Ven, que te cuento.
Sigue sin ser fácil, de hecho, esta semana tenía un montón de ruido externo que en otra parte de mi vida, hubiese mandado la meditación a freír espárragos. Sin embargo, noto que esta vez me lo he tomado en serio, y no quiero perder el hábito. Me hace ilusión ir tachando los días que llevo meditando y ver cómo suman.
Entre las conclusiones que he sacado están la de meditar sentada en el suelo. He probado en silla, en la cama, y no, para mi, donde más a gusto estoy, es en el suelo. El día que no medito en el suelo, me disperso más, o me quedo dormida. ¡Ojo, esto no es así para todos!
Otra de las cosas que han ocurrido esta semana es que he ampliado el tiempo de meditación. Cada día es un tiempo distinto, pero esta vez he llegado hasta los 36 minutos.
No te voy a mentir, no lo he conseguido. De hecho, esa meditación de 36 minutos la tuve que quitar porque no podía más. También hice una de 20 minutos en la que me sentí más cómoda, aunque también vi que ahora mismo aguanto «bien» unos 14 minutos, a partir de ahí pierdo fuelle, me duele la espalda, se me amontonan los pensamientos y me pica todo.
Y una de las mejores conclusiones que he sacado es que esta vez me estoy respetando y premiando. Ha habido días que no tenía ganas pero me he puesto, y días que me he puesto y no he meditado tan «bien», porque tenía mucho ruido mental, me movía, arrascaba, etc. Pero aún así, en el diario que estoy escribiendo sobre la meditación, siempre me digo algo como «enhorabuena Amanda, a pesar de ello, has meditado».
Oye, y qué bien sienta que tu propia tú te felicite.
No, sigue sin ser fácil. A veces cuando termino la meditación sigo diciendo algo como «no lo estoy haciendo bien«, pero como te decía antes, me premio por haberme puesto a ello.
Meditar no es fácil.
Mmm… Si te respondo en frío te diré que no. Yo es que quería ya tocar la panacea y sentirme un alma libre e iluminado. Pero no.
Sin embargo, sí te diré que lo noto en las pequeñas cosas. En que hablo más conmigo y si un día me noto más cansada, o enfadada rápido me digo «uy, esto viene de ahí, de eso que te ha pasado».
Pero también he notado que estoy más en templanza ante los baches.
Por ejemplo, tuvimos que ir al hospital con el bebé, como te digo han estado los niños maluchos, y en otra época de mi vida, me hubiese puesto histérica, nerviosa, etc.
Sin embargo, ahora me veo con el bebé en brazos, en uno de los boxes tomando una respiración profunda del momento y diciendo «todo va a ir bien«. Y calmarme.
(Antes otra voz interna me hubiese dicho «y un cuerno»)
Pero bueno, que solo son dos semanas, veremos…
Esta semana tocaba el tema de la gratitud y… ¡ME HA ENCANTADO!
Creo que son de mis meditaciones favoritas.
Y eso que pensaba que igual no se podían sacar muchas meditaciones de este tema, y que todas iban a ser muy iguales.
Bueno, pues Amanda del pasado, ¡Te equivocabas!
Hay un montón de meditaciones diferentes sobre la gratitud, y la verdad, con todas ellas me iba a la cama (porque medito de noche), con un aire de sentirse llena con la vida que tengo.
Lo mismo, este tema me ha servido para llevarlo en mi día a día. Porque cuando estaban los días grises, cuando veía que el bebé llevaba un mes enfermo y no salíamos de la bronquitis, yo misma me paraba esos pensamientos y decía «gracias, porque dentro del virus, está bien, tengo apoyo y unos médicos en los que confío«.
Así que sí, esta vez el tema me lo he podido llevar al día a día y meditar con él.
Bueno, ya te lo he adelantado, esta semana me creía ya una experta meditativa y amplié el tiempo.
Pero tururu pajarito.
He entendido eso que dicen que las asanas de yoga están para preparar el cuerpo de cara a la meditación, porque amiga, hay un momento (suele ser a partir de los 10 minutos), que el cuerpo me empieza a pesar, me duele la espalda, la rodilla, el pie, y partes que no sabía que tenía… Por no hablar de que me empieza a picar hasta la más minúscula pestaña (esto del picor me tiene intrigada, porque debe ser normal, así que investigaré y os cuento).
El caso es que me puse una meditación de 36 minutos, que obviamente no conseguí acabar. Otra de 20 minutos, que me costó pero lo conseguí.
A ver, esto del tiempo puede parecer una estupidez, yo soy la primera que dice que mejor 5 minutos que nada, pero yo me lo tomo como ese momento en el que te adentras debajo del agua aguantando la respiración y a ver cuanto aguantas. Ese tiempo en que te adentras en tu mente, y cuanto aguantas hasta que sientes esa presión de ahogo.
Como te digo, al ser Semana Santa e ir al pueblo, vi que iba a ser más complicado. Tenía los horarios cambiados y no jugaba en casa.
Sin embargo, decidí adaptarme. Moví algunas meditaciones, dejando las más cortas y «fáciles» para esos días que no estaba en casa o que el día había sido más pesado. Hice unos cambios a mi plantilla, que en otro momento mi cabezonería no me hubiese dejado, pero me regí por mi primera ley: ponte las cosas fáciles.
Y funcionó.
Como te recuerdo, el último día de la semana me dejo a mi solita para meditar, sin ninguna guía más que yo misma.
Y la verdad, esta vez, fue exageradamente bonito.
Estuve durante 10 minutos ahí sentadita, y me guie haciendo como un resumen de todo lo que me fue quedando de las meditaciones guiadas de la semana.
Además, estoy todavía más orgullosa porque ese día quería huir, no quería meditar sola, estaba cansada, y aún así me senté, lo hice, y estoy súper orgullosa.
La recompensa de esta semana era sencillita, comprarme un pintalabios. Ya ves, ¡Qué tontería!
Pues en realidad no, porque esa «pequeña cosa» significa otros dos pasitos, el primero, que he conseguido ya 15 días meditando. Y el segundo, porque ahora me obligo a pintarme los labios para mirarme al espejo y para alicatarme, porque sí, a veces la maternidad se me echa encima y es más fácil no peinarse y olvidarse de una misma.
Sin embargo, el tema de las recompensas me sigue teniendo mosca, sobre todo porque en todas ellas he puesto algo en lo que necesito gastar dinero. Me gustaría encontrar recompensas money free… Lo pensaré para el siguiente mes.
La verdad, que aunque ha sido una de las semanas de meditación más bonitas, no ha habido meditaciones guiadas que me calen fuerte, te dejo mi favorita y otra que, bueno, me ha gustado pero tampoco me ha parecido la pera limonera. Aunque ya sabes, esto depende de los gustos de cada uno 😉
No te voy a mentir, alucino con que ya haya hecho 15 días seguidos meditando, y que a pesar de que haya obstáculos, ¡Haya conseguido superarlos!
Ahora vamos a por la siguiente semana, que esta vez viene con las meditaciones de visualización. ¡Ya te contare!