Ángela Albitre, además de yoguini, es PhD Molecular Biosciences. Y sí, también es profesora de yoga, practicante de Ashtanga, Rocket y Vinyasa. En su camino se ha cruzado con algún que otro tropiezo, lesión, pero gracias a ello ha conseguido avanzar en su practica y superar retos.
Puedes encontrar a Ángela en su Instagram @angie.albsanz
Ángela empezó las clases de yoga en The Class Yoga (Lucía Liencres)
Janet Parra fue su profe de yoga
El podcast que recomienda Alba es Mysoreando
El podcast con Merce de Mysoreando es éste
El podcast con Lidia de Upeksa Yoga es este
📍 Donde practica Ángela ahora es en Ashtanga Yoga Madrid con Borja
🧘♀️ También menciona a otros profes de yoga como David Rocket Yoga y Babi Yoga
📸 Recomendaciones de perfiles: Upeksa Yoga y Mysoreando
📚 Recomendaciones de libros: Biografía del silencio
Probablemente no quieras ni pensar en ello. Y es que, una lesión o enfermedad, supone el horror para los yoguis, y más si eres profe de yoga. ¿Cómo? ¿Dejar de practicar? ¿Cómo? ¿No poder dar clases de yoga?
A ver, ya es un reto ese desapego a tu practica, pero amiga, no tienes que darlo todo por perdido porque sí, en muchos casos, se puede adaptar tu práctica a tu situación, sea con lesión o no.
Es el caso de Irene de Ensancha el Alma, la cual este verano tuvo una rotura, y mientras que otras personas hubiesen dado la practica por pérdida, ella lo que hizo fue adaptarla a su pie y a su nueva realidad. Aquí te dejo un vídeo con una de sus practicas con un pie roto.
Pero, ¡Ojo! esto hazlo desde el amor. intuyo que no todas podemos hacerlo, y eso está bien. También está bien darnos espacio fuera de la esterilla, como nos dijo Ángela, aquí es donde su practica dio un paso más allá, viéndola desde otra perspectiva.
La vida está llena de duelos, tenemos que darnos cuenta de ello. De despedidas, de decir adiós.
Y cuando viene un cambio físico a nuestro cuerpo, solemos ver esto como algo negativo.
Te pongo mi ejemplo, a mi me costó muchísimo volver a la esterilla tras mis dos partos. Y es que, mi cuerpo no era el mismo, mi practica era diferente, y eso, no me gustaba, no quería aceptarlo.
Sí, muy bonito que mi cuerpo diese vida a dos personitas, pero yo quería volver a mi practica de vinyasa a tope, tal y como la conocía.
Y sí, me costó desprenderme de ella. Fue un duelo decir adiós a la Amanda del pasado, esa que conocí en la esterilla, para volver a conocer a una nueva persona.
Y sí, fue un duelo, porque despedirte siempre duele. Porque es más fácil aferrarte a lo que conoces.
Pero si algo nos ha enseñado el yoga, es que tenemos que aceptar el cambio. Volver a abrazarnos.